Mono: la batalla por el cielo

miércoles, 21 de octubre de 2009 en 21:01
Mono en Vivo, Polyforum Siqueiros
Lunes 19 de octubre, 2009

Mono, el cuarteto japonés (no confundir con el extinto grupo de trip-hop inglés) por fin pisó tierra azteca el pasado lunes 19 de octubre de 2009, tal vez por primera y única ocasión en su carrera, que no hace mucho cumplió 10 años.

Hace no tanto, con la salida de su disco anterior "You Are There" comparaba la música de esta agrupación, pilar del post-rock, con los monstruos míticos nippones; Gojira, Godar, Gamera... y ellos, otro miembro de ese panteón. Mono, que en su japonés natal significa simplemente "ser" o "ente" es eso, un monstruo de mirada gentil.

El escenario era perfecto, los murales de Siqueiros enmarcando el poderío de piezas de devastadora belleza. El público era selecto, y aún así no faltó quien tratara de arruinar la velada con ese mal de los hipsters mexicanos de querer llamar la atención. Sin embargo, lo importante era presenciar un suceso que tal vez no se vuelva a repetir.

Quedar rendido al olvido, dejarse caer en profundos sueños, en donde de pronto no estabas ahí, ni en México, sino en un sitio tan blanco que deja ciego y tan bello que quita el aliento. La música de Mono, en vivo maximizada en feedbacks y paredes de sonido impenetrables, es imposible de describir con palabras, llena el alma y nubla la vista con lágrimas. Es desgarrada y descarnada, crece y muere y mueres con ella. Marchas fúnebres de cuerpos que se han perdido en el mar, bandas sonoras de batallas épicas en las que todos pierden, el paisaje del fin del mundo, tan extraño como encantador.

Hicieron un recorrido justo por el resto de su discografía, dándole peso a su último disco "Hymn for the Immortal Wind", a mi parecer su mejor trabajo a la fecha, pero también nos deleitaron con "Halo", "Yearning", entre otras. Momentos claves para mí: "Battle to Heaven" y "Burial at Sea" una dupla de canciones con demasiado poder y que fueron capaces de aplastarnos al escucharlas en directo.

El mundo sabe que me gusta el post-rock, ¿por qué?, porque es el sonido del fin del mundo, un nicho musical específico, diminuto, exclusivo y excluyente, y Mono reafirma por qué. Porque así sonaría una batalla por el cielo.

mi sábado en 2 partes, II

martes, 13 de octubre de 2009 en 20:43
Continuamos con la entrada anterior. Como dije, después de ver la maravilla de "Tosca", regresé a Toluca por mi amigo Lalo. Ahí les va una breve semblanza sobre este personaje: es muy serio, le gusta el metal pero el mismo no se define como "metalero", comenzamos nuestra amistad porque descubrimos que aunque por rumbos diferentes, ambos estábamos clavados en la música, encontramos puntos en común en cosas como el doom metal, post-metal, sludge, post-hardcore, crust, drone y cosas por el estilo, a él le comenzó a gustar un poquito música más fresa gracias a mi, y a mi me comenzaron a gustar cosas más pesadas gracias a él, pero ambos mantenemos nuestra línea y eso es lo interesante.

Siempre intercambiabamos música durante la facultad y aún lo hacemos, una de esas veces me pasó varios discos de Covenant.

Quedé enamorada. Era algo diferente a lo que solía escuchar, aún es un caso extrañísimo dentro de mi gusto musical, claro que ahora busco más cosas de ebm, darkwave, futurepop y hasta synth-pop, y me gusta, pero mi comentario siempre es "no es Covenant".

A parte fue una de esas bandas que llegó en el momento justo, ya saben, hay veces que estás en cierta etapa de tu vida y una banda llega para acompañar esa etapa. ¿Cómo explicar que el trío sueco es el soundtrack de mis recorridos nocturnos y solitarios por las calles de Toluca?, ¿cómo contar aquella vez que me sentía horrible tanto de salud como emocionalmente y escribía y escribía mientras Covenant era lo único que sonaba en mi habitación?.

Originalmente esta reseña se iba a titular "La noche que la obscuridad bailó", a parte de cheesy, me parece que eso encasilla la experiencia en solamente una experiencia en la que me mezclé con darketos y demás fauna citadina para ver bandas de industrial, ebm, futurepop y a Covenant. No, esto no será ni una reseña ni se titulará así. Fue la noche en la que comprendí el significado de "Ruido Ritual", el concierto en el que volví a brincar y gritar las canciones, pues ultimamente me había vuelto más pasiva en ese aspecto.

Eskil Simonsson es un vampiro alegre que nos dice que estamos solos, pero que nos regocijamos en nuestra soledad. Y brinca y sonrie, se lanza al público y nos agradece con gesto sincero, con ojos que lo delatan: le gusta el escenario.

Presentaron canciones de su próximo álbum "Modern Ruin" y tocaron algo de su primer y seminal disco "Dreams of a Cryotank", mucho más atascado y menos masticado como lo son sus actuales producciones.

Que había darketos molestos, que parecía concurso de a ver quien podía soportar las botas más altas o quien usaba la falda más corta, ¡desde luego!, pero no importaba, yo estaba viendo a Covenant y de cierto modo les estaba agradeciendo por haber estado ahí cuando necesitaba que alguien me dijera que el tiempo es una bala traicionera, pero que sobreviviría. Aún están ahí, y no me cansan y regresarán (espero) y de nuevo iré para adorarlos y cantar sobre estrellas muertas.

Fue un gran sábado.

mi sábado en 2 partes, I

domingo, 11 de octubre de 2009 en 22:41
Como el título lo dice, contaré como me fue este sábado que pasó (10 de octubre), ¿por qué?, porque estuvo bien chido, nada más por eso, y porque normalmente mi vida apesta y que un día cada mil años me vaya bien es algo digno de postearlo aquí.

Pues bien, a pesar de estar desvelada porque el viernes anterior fui a un karaoke gay a cantar Daniela Romo, Pimpinela y Juan Gabriel, el sábado me tuve que levantar temprano. Tenía una cita con "Tosca" de Puccini.

Así fue, la temporada del MET comenzó y con ello las transmisiones satelitales en HD. Por primera vez, el Auditorio Nacional era un caos antes de una transmisión, la temporada pasada cada fin de semana iba en aumento el número de gente, y ahora se vio reflejado: tráfico para llegar al lugar, un estacionamiento atiborrado, mayor venta de boletos.

Pues bien, yo tenía muchas ganas de ver esta puesta en escena porque, a pesar de nunca haberla visto antes, "E lucevan le stelle" es mi aria favorita, tiene tanta pasión y tristeza, es... la declaración de alguien que sabe que va a morir, por esa naturaleza trágica es que me gusta tanto.

La escenificación, desde luego, impecable, el vestuario espectacular y las interpretaciones totalmente apasionadas, desgarradas, descarnadas, nuestra Floria Tosca en turno, la soprano finesa Karita Mattila emanaba el aura de diva que el papel requiere, pero también la desesperación de escuchar a su amado Caravadossi (interpretado por el tenor argentino Marcelo Álvarez, quien casi me hace llorar con su interpretación de "Y las estrellas brillaban") siendo torturado y condenado a muerte.

Una obra con trasfondo político y con el tinte romántico que Puccini solía impregnar a sus obras de descenlaces funestos. En donde la locura, la traición y la maldad (Scarpia siendo un villano memorable, interpretado por el barítono georgiano Geoge Gagnidze) conviven para conducirnos a algo que de antemano sabemo acabará mal.

De verdad disfruté esta puesta, que me enchinó la piel en más de una ocasión, en onde la sangre corría y la muerte sobrevolaba todo. Maravillosamente obscura.

Sigue "Aida", ya vi fotos de la producción y está impresionante.

Esa mañana mi hermana me adelantó mi regalo de cumpleaños, una gadget que andaba buscando para poder controlar el iPod desde el volante del auto, está genial, ya lo puse y sirve perfecto, y es muy útil. No nos pudimos quedar a comer por allá como es la costumbre, porque tenía que regresar a Toluca a recoger a mi mejor amigo para irnos a ver a una de las bandas más importantes de mi vida...

Pero eso se los cuento mañana en la parte II de este relato sabatino.

¿Y los qué no?

lunes, 5 de octubre de 2009 en 20:41
Es que esta anécdota de la facultad merece una entrada en mi blog, lo juro por Odín.

Primero, ¿qué he hecho?, nada realmente, trabajar, parrandear, escuchar música, escribir... lo usual. Acabé mi segunda historia larga (sigo resistiendome a nombrarla "novela"), por fin pude darle el final que si por mi fuera le daría a todas mis historias, jaja, pero no puedo ser tan repetitiva, ya tengo con que mis personajes principales siempre sean manico-depresivos, y estoy escribiendo la tercera, esta será más corta, ahí luego a ver si subo pdfs.

Muy bien, a lo que nos truje...

Como he contando hasta el hartazgo en este su blog amigo, odié la facultad con todas mis ganas, y como supondrán mis súper compañeritos no eran mi hit, por ello, me dedicaba a hacerles burla (discreta, normalmente se quedaba entre mi mejor amigo y yo, que dicho sea de paso, es de los pocos que sigo viendo, y me interesa seguir viendo)

Pues bien, era clase una clase equis y nos pidieron un cartel, iban a ser vacaciones de invierno, así que debíamos entregar un avance, la mayoría no lo entregó, yo de ñoña sí, jeje, y pues nada, nos fuimos de vacaciones.

Al regresar, el maestro, al ver que muy pocos entregaron algo antes de irnos de juerga simplemente dijo "los que entregaron avance antes de salir de vacaciones tiene un punto más"

Y una compañera, tan atinada y suspicaz se atrevió a preguntar: "¿y los qué no?"

Es que me sigo acordando y me sigue dando risa, de hecho fue chiste recurrente por lo que restó de la carrera. ¿Y los qué no?, ¡pues no pendeja!.

Aún a veces en mi vida cotidiana uso el tan sabio "¿y los qué no?"

Lo cagado, lo satisfactorio y lo inmortal de asunto, fue que la compañera de tan importante cuestión era la matada del grupo de la tarde (que no le costaba mucho, ya que en la tarde íbamos puros gandules, vagos, malvivientes), fue uno de esos bellos momentos en la vida de: "ok, no saco dieces como ella, pero no hago ese tipo de preguntas". O sea pues, ser matado no necesariamente te hace inteligente.

Y ya lo diría otra compañera más cínica, pero también de buenas calificaciones y con la que sí me llevaba bien (obviamente, si era cínica, me caía bien): "yo me quedo en la tarde porque aquí sí destaco, en la mañana no podría"

Sabias, sabias palabras; aunque me sigo quedando con esa premisa tan fundamental como inmensa: ¿y los qué no?

La flauta mágica

jueves, 1 de octubre de 2009 en 16:52
Uh, bueno, sé que esto no es como que del interés general, pero sí del mío y eso basta para dedicarle una entry en este tan abandonado blog.

Sip, el MET regresa con su temporada operística y ahí voy a estar los sábados... no en todas las que quisiera pero si en varias (me perderé la única ópera seria de Offenbach: "Les Contes d'Hoffmann", en cambio veré la genialidad de "Tosca")

Pero antes, se presentó una "temporada de verano", de algunas de las puestas en escena más memorables y fue el turno de "La flauta mágica", de Mozart ni más ni menos, una presentación especial navideña, cantada en inglés en una versión acotada, más para niños digamos. De hecho me alegró que en el Auditorio Nacional hubiera muchos chamacos con sus padres.

"La flauta mágica" es un cuento de hadas, tal cual, en donde el príncipe debe salvar a la princesa, con todo y arquetipos de Jung, porque el hombre-pájaro Papageno no es más que un "caballo fiel", eso sí, quien brinda el humor a la obra.

Tamino, el príncipe tenor es gallardo y valiente, pero lo intersante aquí es que la hija de la Reina de la Noche, Pamina, la heroína no es para nada la clásica damisela en peligro. Además hay un transfondo de intriga que hace de la obra más adulta de lo que la historia vertebral pudiera aparentar.

Cabe destacar el asombroso trabajo en las arias cantadas por la Reina de la Noche, si les gustó la famosa secuencia de "la diva azul" de la película "El Quinto Elemento", pues dejenme decirles que "Der Hölle Rache" (y demás arias) podrían ser el antecedente directo.

Tengo una debilidad por los héroes operísticos como Tamino, que a pesar que el cantante que lo representaba no era guapo (ahora mismo olvido el nombre), me enamoré, jaja.

Pues eso, una obra llena de magia y la cruzada de un héroe en busca de su princesa, de la batalla entre el bien y el mal, la luz y la obscuridad y como a veces estos elementos pueden ser engañosos y confundirnos para no saber distinguir. Maravilloso el montaje del MET, cuyos encargados de escenografía y vestuario fueron lo mismos que hicieron lo propio con la obra musical "El Rey León"

Sigue "Tosca", esta sí... en vivo.

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