Es que esta anécdota de la facultad merece una entrada en mi blog, lo juro por Odín.
Primero, ¿qué he hecho?, nada realmente, trabajar, parrandear, escuchar música, escribir... lo usual. Acabé mi segunda historia larga (sigo resistiendome a nombrarla "novela"), por fin pude darle el final que si por mi fuera le daría a todas mis historias, jaja, pero no puedo ser tan repetitiva, ya tengo con que mis personajes principales siempre sean manico-depresivos, y estoy escribiendo la tercera, esta será más corta, ahí luego a ver si subo pdfs.
Muy bien, a lo que nos truje...
Como he contando hasta el hartazgo en este su blog amigo, odié la facultad con todas mis ganas, y como supondrán mis súper compañeritos no eran mi hit, por ello, me dedicaba a hacerles burla (discreta, normalmente se quedaba entre mi mejor amigo y yo, que dicho sea de paso, es de los pocos que sigo viendo, y me interesa seguir viendo)
Pues bien, era clase una clase equis y nos pidieron un cartel, iban a ser vacaciones de invierno, así que debíamos entregar un avance, la mayoría no lo entregó, yo de ñoña sí, jeje, y pues nada, nos fuimos de vacaciones.
Al regresar, el maestro, al ver que muy pocos entregaron algo antes de irnos de juerga simplemente dijo "los que entregaron avance antes de salir de vacaciones tiene un punto más"
Y una compañera, tan atinada y suspicaz se atrevió a preguntar: "¿y los qué no?"
Es que me sigo acordando y me sigue dando risa, de hecho fue chiste recurrente por lo que restó de la carrera. ¿Y los qué no?, ¡pues no pendeja!.
Aún a veces en mi vida cotidiana uso el tan sabio "¿y los qué no?"
Lo cagado, lo satisfactorio y lo inmortal de asunto, fue que la compañera de tan importante cuestión era la matada del grupo de la tarde (que no le costaba mucho, ya que en la tarde íbamos puros gandules, vagos, malvivientes), fue uno de esos bellos momentos en la vida de: "ok, no saco dieces como ella, pero no hago ese tipo de preguntas". O sea pues, ser matado no necesariamente te hace inteligente.
Y ya lo diría otra compañera más cínica, pero también de buenas calificaciones y con la que sí me llevaba bien (obviamente, si era cínica, me caía bien): "yo me quedo en la tarde porque aquí sí destaco, en la mañana no podría"
Sabias, sabias palabras; aunque me sigo quedando con esa premisa tan fundamental como inmensa: ¿y los qué no?
Primero, ¿qué he hecho?, nada realmente, trabajar, parrandear, escuchar música, escribir... lo usual. Acabé mi segunda historia larga (sigo resistiendome a nombrarla "novela"), por fin pude darle el final que si por mi fuera le daría a todas mis historias, jaja, pero no puedo ser tan repetitiva, ya tengo con que mis personajes principales siempre sean manico-depresivos, y estoy escribiendo la tercera, esta será más corta, ahí luego a ver si subo pdfs.
Muy bien, a lo que nos truje...
Como he contando hasta el hartazgo en este su blog amigo, odié la facultad con todas mis ganas, y como supondrán mis súper compañeritos no eran mi hit, por ello, me dedicaba a hacerles burla (discreta, normalmente se quedaba entre mi mejor amigo y yo, que dicho sea de paso, es de los pocos que sigo viendo, y me interesa seguir viendo)
Pues bien, era clase una clase equis y nos pidieron un cartel, iban a ser vacaciones de invierno, así que debíamos entregar un avance, la mayoría no lo entregó, yo de ñoña sí, jeje, y pues nada, nos fuimos de vacaciones.
Al regresar, el maestro, al ver que muy pocos entregaron algo antes de irnos de juerga simplemente dijo "los que entregaron avance antes de salir de vacaciones tiene un punto más"
Y una compañera, tan atinada y suspicaz se atrevió a preguntar: "¿y los qué no?"
Es que me sigo acordando y me sigue dando risa, de hecho fue chiste recurrente por lo que restó de la carrera. ¿Y los qué no?, ¡pues no pendeja!.
Aún a veces en mi vida cotidiana uso el tan sabio "¿y los qué no?"
Lo cagado, lo satisfactorio y lo inmortal de asunto, fue que la compañera de tan importante cuestión era la matada del grupo de la tarde (que no le costaba mucho, ya que en la tarde íbamos puros gandules, vagos, malvivientes), fue uno de esos bellos momentos en la vida de: "ok, no saco dieces como ella, pero no hago ese tipo de preguntas". O sea pues, ser matado no necesariamente te hace inteligente.
Y ya lo diría otra compañera más cínica, pero también de buenas calificaciones y con la que sí me llevaba bien (obviamente, si era cínica, me caía bien): "yo me quedo en la tarde porque aquí sí destaco, en la mañana no podría"
Sabias, sabias palabras; aunque me sigo quedando con esa premisa tan fundamental como inmensa: ¿y los qué no?
¿Nunca te has planteado la idea de que quizá quería saber si les BAJARÍAN un punto a los que no? Hasta suena a lógica: "Los que sí +1", "los que no -1". Pero bueno.
Yo siempre fui de la mañana. Hasta que una cosita pasó en la prepa y me fui a asomar al turno de la tarde. Me terminaba quedando a doble clase XDDD. Y era más aplicada en las de la tarde que en las de la mañana. (sí es raro, lo sé hay muchas anécdotas respecto a esto). Tan aplicada era que hasta un profe me dio un regalo en mi cumpleaños. Lo chido de la tarde es que eran menos y los profes eran más "personalizados" podías hacerles más preguntas. Y los que asistían, lo hacía porque quería aprender y ya, no porque su mami les dijera que fueran (la mayoría trabajaban, aportaban a su casa o vivían solos). Era el cielo para mí.
Desde ese momento quise estar en la tarde cuando entré a la uni.